Memorias princesa rusa pdf




















Vive le plaisir! Vive la joie! A este peligroso torbellino se vio arrojada la joven princesa, sobre todo porque su padre se encontraba con frecuencia ausente en San Petersburgo. Entre los criados destinados al servicio de la hija de tan ilustre noble, estaba su doncella personal Proscovia, una jovencita muy poco mayor que su ama y que parece haber gozado, como suele ocurrir en estos casos, de la confianza plena de la princesa.

Enfrentado a la vigilancia de la criada, se vio obligado a hacer una breve pausa antes de invadir a toda prisa las habitaciones de la damita.

La princesa y su criada reflexionaron. No estaba lejos, por cierto. La princesa era lo bastante inteligente como para juzgarlo acertadamente de un vistazo. El mujik era, de ello no cabe duda, un hombre portentoso Acaso no poseo ya uno? Ah, duran ya veremos. Tu hermano es un timbre portentoso Vamos, olvida falsos recatos y dime lo que piensas de verdad. Ven, Proscovia -dijo el ama-, nada de timideces ni pudores.

Hice que se descubriera y expusiera el bajo vientre y las piernas musculosas. Era como el semental entablando una lucha desigual de deseo amatorio con una palafrenera. Fue un deleite sentir su largura y su anchura. En actitud voluptuosa, expuso ante el hermano toda su desnudez.

Por eso puede parecer curioso que su hija escogiera voluntariamente comprometerse en una aventura que implicaba semejante peligro. Entretanto, las cosas iban de mal en peor. Tienes que ser un hombre muy perverso. Entra y dile a tu ama que yo digo que debe bajar de inmediato. Una vez abierta la puerta de la taberna, entraron. Decidme si soy el diablo que esperabais.

Los mujiks se reunieron a su alrededor, aunque a respetuosa distancia. Ahora que nos hemos comprendido -dijo la encantadora jovencita-, despojaos de esas vestimentas grasientas, acercaos, y seamos todos amigos. Conozco bien vuestras pasiones Formaban un corro alrededor de ella, con los miembros extendidos, evidenciando la plenitud de sus apetitos y su virilidad. El primero fue Petrushka, el luchador. Antes de recomenzar vuestros placeres, permitidme al menos respirar un rato.

Brindemos nuevamente. Las dos mujeres corrieron bajo un espeso manto de nieve al palacio. Dame la mano. Me alegra estar en condiciones de proporcionarte tanta dicha a tan bajo coste. Por fin se vio libre del tumulto y el ruido. Vive la joie!. A este peligroso torbellino se vio arrojada la joven princesa, sobre todo porque su padre se encontraba con frecuencia ausente en San Petersburgo.

Al parecer fue durante este perodo cuando la princesa Vvara Sofa empez a redactar su diario. Entre los criados destinados al servicio de la hija de tan ilustre noble, estaba su doncella personal Proscowa, una jovencita apenas mayor que su ama y que parece haber gozado, como suele ocurrir en estos casos, de la confianza plena de la princesa. El palacio en que resida el gobernador era un edificio de vasta superficie, incluso comparado con instituciones de la misma naturaleza en Rusia, y la princesa dispona de toda un ala separada.

Adjunto a la persona del prncipe, actuaba como aire de campo un joven y apuesto oficial cuyo nombre era Petrvich; por pretencioso que pueda considerarse, este joven oficial aspiraba al amor de la bella hija del gobernador.

Dicha pretensin no result del todo despreciable para la damita, y el aire de campo encontr los medios con asistencia de la criada, de entrar por la noche en los aposentos de la princesa.

Poseda por un temperamento como el suyo, la jovencita no pudo resistirse, aunque tampoco lo intent, a su apuesto galn, y por ende no slo fue en sus habitaciones, sino en su propia cama y en sus brazos donde satisfizo sus fervientes instintos y los del ardiente amante. Petrvich, un joven sano y vigoroso de unos veintitrs aos de edad, encontr la forma de complacer todos los deseos de ella en los brincos amorosos a que se entregaron, mientras la doncella Proscowa, siempre vigilante, se ocup de que los vagos y a medias sofocados sonidos expresivos del placer, o el menor ruido ocasionado por la entrada y salida de l, no despertaran sospechas.

El riesgo era enorme: los azotes y la deportacin a Siberia constituan el castigo menos severo que aguardaba al desafortunado Petrov en caso de que el poco suspicaz gobernador lo descubriera en tan nefasta transgresin. En esa poca la princesa Vvara estaba en la etapa ms deliciosa y con toda probabilidad ms fascinante de su belleza.

En pleno desarrollo hacia su condicin de mujer, posea atractivos que. He tenido el privilegio de ver un retrato de ella que la pinta como una nia de encanto sin par, cuyos hermosos cabellos, tez deslumbrante y piel marfilea reunan la perfeccin de una Hebe de la Antigedad.

Su forma y su figura armonizaban con el resto de sus perfecciones, en tanto la gracia de su porte y pose dejaban entrever por s mismos su noble cuna y linaje. Su carcter, empero, no era del todo acorde con su estampa. Su temperamento, mimado y desatado, era porfiado y autoritario, y no dudaba en golpear a los sirvientes con sus propios puos, ni en dirigirse a ellos con un lenguaje que habra dejado atnito a cualquiera que no estuviese acostumbrado a la autocrtica conducta de la poderosa nobleza rusa.

La princesa no toleraba negativas ni demoras: para su naturaleza imperiosa, la satisfaccin de un deseo o un capricho slo era la exigencia de un derecho, la adjudicacin de algo que deseaba y estaba destinado a apropiarse. La aventura galante con Petrov continu durante un mes sin que ocurriese nada que provocara alarma, hasta que se produjo una circunstancia que alter la situacin.

Proscowa tena un hermano, un conductor de trineo que a menudo. Impresionado por esta idea, y resentido desde tiempo atrs con el galn, Ivn trat de sonsacarle ms a su hermana Proscowa, y las respuestas con que sta intent desviarlo del tema slo sirvieron para aumentar sus sospechas. Vigil como un gato, y por fin vio introducirse al feliz Petrov en los aposentos de la joven princesa bien entrada la noche.

Con todas las medidas cautelares necesarias, Ivn logr hacer llegar al prncipe una carta annima cuyo contenido, fuere cual fuese, bast para que el potentado hirviera de furia y disgusto. A medias incrdulo, a medias inclinado a dar crdito a la deshonrosa insinuacin transmitida por medios tan sucios, el prncipe Dimitri se precipit a los aposentos de su hija. Enfrentado a la vigilancia de la criada, se vio obligado a hacer una breve pausa antes de invadir a toda prisa las habitaciones de la damita.

Cuando por fin lo hizo, encontr a su hija sentada ante una mesa, leyendo tranquilamente, y slo ansiosa por conocer la causa de tan inusual visita de su. Todava incrdulo, el desconcertado prncipe registr las habitaciones, y con el pretexto de la posible existencia de ladrones, asaltantes y otros intrusos de malas intenciones, registr el ala por los cuatro costados. Por ltimo, tras una infructuosa bsqueda, se retir. La princesa, ocupndose antes de atrancar todas las puertas, procedi a abrir con Proscowa el macizo bal en el que haban encerrado al tembloroso aire de campo.

Pero Petrov se haba sentido al parecer tan sobrecogido de terror que no poda moverse; lo tocaron, lo incorporaron, pero slo para descubrir que el desgraciado se haba asfixiado y que se le haba extinguido la vida. Cualquier persona corriente habra sucumbido de pnico en semejante situacin.

Que encontraran muerto al aire de campo del gobernador en los aposentos de su hija! No haba que perder un solo minuto.

La princesa y su criada reflexionaron. Enseguida Proscowa pens en su hermano y sali corriendo a buscarlo. No estaba lejos, por cierto. Entretanto, en lugar de llorar por la prdida de su amante, la princesa empez a pensar que al fin y al cabo el galn no estaba del todo a su altura: de hecho, ya empezaba a cansarse de l cuando ocurri el funesto accidente. Pronto Proscowa dio con Ivn y ste prometi de buena gana, por razones personales, hacer todo lo que estuviera en sus manos para librarlas de tan comprometedora carga.

Busc sus caballos y su trineo, y condujo el vehculo sobre la nieve que caa rpidamente, alz el cadver del desafortunado aire de campo y lo arroj sobre el trineo con pocos miramientos. Luego parti en plena noche al ro helado, cogi un pico que llevaba consigo y practic un agujero en el hielo, por el cual hizo descender el cuerpo del joven Petrov con una piedra atada a los pies.

Luego amonton la nieve encima del boquete y dej el cadver all para que fuese devorado por los grandes esturiones del ro Volga y con la certidumbre de que la cavidad volverla a cerrarse con la helada.

La satisfaccin de la princesa, al verse tan fcilmente liberada de las consecuencias de su imprudencia, anul de inmediato todo sentimiento de pena por la prdida del amante; la desaparicin de Petrov se explic por su supuesta huida como consecuencia de ciertas deudas de juego que no poda pagar, y por temor de que ello llegara a odos del gobernador, como por cierto pareca ser, segn qued confirmado por la investigacin que se llev a cabo.

Ivn pens entonces en la importancia del secreto que posea y en la forma de hacerlo valer. As, una noche se present audazmente ante la puerta de los aposentos de la princesa Vvara y exigi a su hermana que lo llevara a presencia de la hermosa y joven ama. He de consignar que este Ivn, como muchos campesinos rusos criados en servidumbre, era lbrico y cruel en alto grado.

Adems, era rapaz, y tan robusto y ancho de hombros como cualquiera de los mujiks1 que estaban al servicio del prncipe. En consecuencia, cuando tuvo frente a s a la princesa, estas ideas empezaban a rondar por su mente y exhibi una conducta tan imperturbable que su ama comprendi a primera vista cules eran sus propsitos. En consecuencia, Ivn no rechaz el puado de billetes de veinte rublos que la bella jovencita puso en la palma de su mano musculosa, y acept 1.

Gradualmente, mientras ella le sonrea, fue incrementndose la confianza del individuo, y en concordancia la insolencia de sus deseos. La princesa era lo bastante inteligente como para juzgarlo acertadamente de un vistazo. Supongo, digna y noble seora, que ahora no tenis galn dijo Ivn, con un amago de sonrisa de complicidad.

No, Ivn Y en algunos momentos agreg la princesa, sonriente pienso que debo encontrar otro. Ivn vio su oportunidad y con todo descaro sugiri: Qu os parece, Excelencia, si os lo busco? Eso no servira de nada, mi buen Ivn, porque preferira escogerlo personalmente. No confo en que lo busque otra persona, por inteligente que sea. Ser un hombre afortunado! Por todos los santos y la virgen de Kazn! Yo soy todo eso sonri lascivamente Ivn. Si as es, Ivn, acrcate, durak 2 y djame ver con mis propios ojos cun hombre resultaste ser.

Despus de estas palabras, la joven princesa hizo seas a Ivn para que se despojara de algunas prendas de su vestimenta, orden que el meritorio no vacil en obedecer, pues entendi los ademanes de Vvara.

Tras unos segundos empleados en aflojar cuerdas y hebillas, pues la naturaleza grosera del siervo ruso careca de reservas, Ivn dej caer esas prendas y qued a medias expuesta su desnudez a la mirada de la jovencita. La princesa, cuya naturaleza lasciva se despert deprisa, en cuanto percibi las musculosas proporciones de los miembros del mujik se inflam de deseo, a pesar del aspecto sucio de aqul y sus vestiduras de campesino confeccionadas con pieles grasientas.

El astuto Ivn haba dejado a la vista lo suficiente para que la impdica princesa ansiara ver ms, y mientras ella lo contemplaba con la respiracin acelerada y las mejillas ardientes, l sinti que los encantos de tan selecto y delicioso bocado, inspeccionndolo con tal desfachatez, avivaban su apetito carnal hasta un punto casi irresistible. As, las facultades mentales transmitieron rpidamente sus impresiones a la carne, provocando 2. Eres un hombre portentoso, Ivn, tu enamorada debera estar orgullosa de ti, pero al mismo tiempo eres terrible Djame ver de inmediato el instrumento con el que haces el amor.

Entonces Ivn se quit de buena gana los restantes obstculos que impedan que la princesa lo viera por completo, desnudando las partes secretas de su cuerpo y dando as testimonio instantneo de su disposicin y su vigor. El astuto mujik estaba erecto y sonrea con desfachatez. En cuanto a la princesa, sta se mostr encantada con la exposicin, y dada su ignorancia de las proporciones ocultas bajo el grosero exterior de un rstico, fij su mirada con asombro y deleite en lo que l puso de relieve.

Ivn, que a toda velocidad se estaba volviendo loco de ardor, apenas poda contener el ansia de satisfacer sus deseos. Por fin ella, dejando de lado cualquier consideracin pudorosa, le hizo seas de que se aproximara ms, y con gran excitacin mientras sus bellos pechos se movan con la irregularidad de su respiracin y sus ojos delataban la pasin que la consuma, rode con su pequea y fina mano el miembro, haciendo hormiguear la carne de l e.

Con su acostumbrada astucia, Ivn comprendi el estado en que se hallaba la princesa, y goz con los toques indelicados y el examen a que ahora ella lo someta. Por ende le facilit la investigacin y descaradamente quit hasta el ltimo vestigio de su vestimenta sin que ella se lo ordenara.

El mujik era, de ello no cabe duda, un hombre portentoso Con ms de metro ochenta de estatura, un cuerpo bien formado, ancho, muchos msculos en sus fuertes miembros, Ivn era un modelo para un artista, y su rostro, dotado de mucho pelo como el resto de su cuerpo, aunque de carcter taimado y de expresin brutal, no careca de encanto.

Una vez que la princesa cogi literalmente el toro por los cuernos, avivada plenamente su naturaleza lasciva, no pensaba conformarse con frusleras. Percibi el efecto de su acto voluptuoso en el mujik, lo que sirvi para encender su sangre y transportar sus sentidos ms all del freno de la razn.

Con los labios jadeantes musi-. Eres capaz de guardar un secreto? Seguro, matushka! Acaso no poseo ya uno? La princesa sonri mientras atraa el cuerpo de l hacia el suyo. S discreto, Ivn, muchacho! Me oyes? Te tomar como amante, hars conmigo lo que tu alma quiera. Yacers en mis brazos y me poseers. Me atravesars como te plazca.

Penetrars mi cuerpo con el tuyo. Esta cosa enorme que aprieto, tonto mujik, sentir la calentura de mi sangre, penetrar lo ms profundo de mi alma Ah, durak! Ya veremos Y la princesa, que haba hablado en el dialecto comn del campesinado para que el tosco joven la comprendiera mejor, temblando por su propia excitacin, adelant sus bellos labios h-. Como el lector puede imaginar, el vulgar mujik abandon su pasividad.

Durante las ardientes palabras de la princesa, sinti el excesivo ardor a que lo estaba sometiendo; y mientras cada oracin se hunda en su corazn y al mismo tiempo encenda su obscena imaginacin, la fue rodeando con sus brazos y sus toscas manazas recorrieron el cuerpo de ella tratando en vano de descubrir un camino hacia los tesoros que ansiaba explorar.

Entonces Vvara se dign ayudarlo. Por algn medio misterioso su vestido cedi y la descubri en su maravillosa belleza desnuda a los ojos del sirviente. Ahora le haba llegado el turno a l. Impaciente por la demora y delirante de concupiscencia, se precipit sobre ella.

Cubri el suave cuerpo con besos desde la cabeza a los pies, ella consinti sus caricias mientras las manos de l erraban sobre sus encantos, e incluso sus partes ms ntimas estaban a su merced. Want to Read Currently Reading Read. Other editions. Enlarge cover. Error rating book. Refresh and try again.

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Here—captured by the pen of the beautiful Vavara Softa. Home Memorias De Una Gallina. Here—captured by the pen of the beautiful Vavara Softa—is court life in Imperial Russia at its most glorious, and at its lowest- while the serfs suffered untold cruelties, the aristocracy gave itself over to unbridled sexual pleasures.

In thisMoreHere—captured by the pen of the beautiful Vavara Softa—is court life in Imperial Russia at its most glorious, and at its lowest- while the serfs suffered untold cruelties, the aristocracy gave itself over to unbridled sexual pleasures. In this setting, Memoirs of a Russian Princess presents the touching, yet brutal, self-portrait of the Princess herself—her debaucheries, her tender love for the mechanical statue Belphegor, her tragic end as the mistress of Emperor Paul and the wife of Count Tarrasoff.

Few readers will fail to be moved by the frenzied life of this lovely, though lascivious, Princess, or by the spell-binding revelations she affords of the society in which she lived.

Sex has always been the subject of literature, films, videos, songs, chat with friends, academic presentations, etc, sex is a topic that has been in our lives since that life is life.

We are sexual beings from animals, plants, humans. But if we observe the art from time immemorial have been statues, figures, icons and images recorded with sex.



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